jueves, 31 de marzo de 2011

GASCUE


Emilio José Brea García
En el Tomo I del libro EL PAPEL MONEDA DOMINICANO 1782-1912 escrito por Miguel Estrella e Isaac Rudman (*) aparece una referencia que tiene que ver con el origen del nombre de la tradicional barriada capitalina (o capitaleña). Está en la página 28 y citamos textualmente:

“En una auditoria realizada al Contador Real de Santo Domingo, don Francisco Gascue Olaíz, se encontraron algunos fajos de billetes falsos, dando motivo a una investigación en la que se involucró al funcionario real en el acto doloso. Hecho prisionero, fue conducido a Caracas, desde donde nunca más regresó ni se supo de él. A Francisco Gascue se le debe el nombre de un importante sector de la ciudad de Santo Domingo. Antiguamente la avenida Bolívar fue conocida como Camino de los Gascue por conducir desde la zona intramuros hasta la haciendo donde vivía con su familia” La cita se refiere al año 1784. (*) Para el Banco Popular Dominicano ISBN 99934-6711-1, en el año 2003, por Editora Amigo del Hogar.

La topografía ascendente desde el mar, muy suavemente, y las previsiones contra el embate de los vientos huracanados, forzaron a la ciudadanía a edificar distanciándose del acantilado marítimo, buscando en los puntos altos, las garantías panorámicas paisajísticas y los vientos frescos pero no peligrosos.

No es otra la razón por la que esta barriada esté donde está. Pero el entorno no dejó de ser un caldo de cultivo especulativo. Las familias mas pudientes eran propietarias de esos terrenos, los mejores del contorno de la capital dominicana con vocación urbanizable por ser casi planos, y esas familias no se llevaban muy bien entre sí, competían política, social y económicamente.

Los Polanco, Lugo, Báez, Vicini, Henríquez, Arvelo y Pichardo con los nombres que aparecen en el plano realizado por el General Casimiro Nemesio De Moya como propietarios de los terrenos dentro del sector que ahora conocemos como Gascue, aunque por extensión para muchos Gascue es una utopía denominada Gran Gascue, que llega al malecón por el sur y desborda hasta la 27 por el norte, limitándose con la 30 de marzo por el este mientras por el oeste colinda con los predios universitarios. Eso no fue nunca así ni es así. Ahora ya Gascue es mucho mas pequeño que lo que fue originalmente.

En el plano indicado, la hacienda de los Gascue aparece en el sector noroeste, por encima del Camino de Santa Ana que originalmente era la actual calle Enrique Henríquez siguiendo el empalme con la Bolívar. Extrañamente según De Moya y siempre por su plano, la hacienda fue poseída hasta principios del siglo XX por los descendientes de Francisco Gascue Olaíz puesto que se seguía identificando con el primer apellido del descendiente de vascos o navarros (y tras haber tenido aquellos problemas en 1784). Si tuviéramos que ubicar ahora aquella hacienda, que dio nombre al barrio, señalaríamos como su epicentro, La Plaza de la Cultura, puesto que en el plano señalado, aparece sobre la ubicación de la playa de Guibia (latitud) y a la altura del subsector de La Generala (altitud), donde actualmente está el Palacio Nacional.

Realmente sus límites originales, una vez ya definidos los lotes, abiertas las calles y consolidado el barrio, eran la actual calle Francia, que era la del Esperillón o Esperilla, hacia el norte, la actual Dr. Delgado al este, al sur la Bolívar y Máximo Gómez hacia el oeste. Son 10 calles norte sur y viceversa, y apenas 7 este oeste y viceversa. 17 calles y Menos de 50 cuadras o manzanas.

La barriada se desarrolló como una urbanización atípica, no obstante el malhumor de los vecinos en sus relaciones de colindancia. La barriada no tuvo que reservar áreas verdes porque toda ella era verde, completamente, ya que inauguró el sistema de espacios en retiros como linderos entre casa y casa dentro de la ciudad. Dejar jardines frontales, laterales y traseros o posteriores, no era usual ni se había experimentado con ello en ninguna barriada hasta el momento en que empieza la notificación de Gascue. Si era ya una usanza en El Vedado (San Cristóbal de La Habana), en Santurce y el Condado (San Juan Bautista de Puerto Rico) y lo empezaba a ser en Manga (Cartagena de Indias (Colombia).

Ni idea del mago que logró ponerlos de acuerdo en dejar esos retiros y respetarlos. Pero el que fuera no logró hacer coincidentes las calles de Gascue con las calles de La Primavera, al sur. Desde que se pasa la Av. Bolívar se evidencia el malestar. Moncito Báez contaba esto con mucho humor. Su casa paterna, situada en la esquina de la Av. Independencia con Osvaldo Báez (en homenaje a su padre) ahora es un negocio y estuvo allí el memorable y popularísimo restaurante Blanquiní cuando “bajó” de la parte alta (c/ Paraguay esquina Av. M. Gómez) casi al centro de la capital dominicana de finales de los años setenta. En consecuencia La Primavera no pudo tener continuidad de vías, en armonía con Gascue dejando a Santo Domingo con un conflicto de transito, de transporte y tráfico que se agudizó con el tiempo mientras ningún gobierno municipal, ahora constitucionalmente “alcaldías”, hicieron nada por solucionar el problema físico de enlace vial entre norte y sur y viceversa.

Gascue lejos de ser un concepto y siendo una barriada, es todavía un lugar emblemático, simbólico y memorable; lo fue de alcurnia, de altura y revuelo social, lo es como referente espacial y arquitectónico histórico, en el proceso de crecimiento urbano de la capital dominicana. Allí vivían los poderosos, los que alentaron y fueron poderes y los que tuvieron que enfrentar esos mismos poderes cuando el choque político fue mayor que el comercial, cuando los intereses económicos, absurdamente, traspasaron lo social y humillaron lacerantemente lo humano. Allí, quedaba la Estancia Radhamés donde vivió el gran dictador, rodeado de sus amistades y acólitos, las mismas que le ajusticiaron cuando el escarnio avanzaba amenazante hasta los aposentos de ellos mismos. Con esas fechas, terminó el auge y empezaría el decrecimiento, el abandono, el otro escarnio. -917-

GASCUE ARQUITECTÓNICO El texto a continuación es preambular. Intenta apuntalar un criterio9 reflexionado por años. No es concluyente, es personal, discutible y hasta especulativo, si se quiere, pero adelanta un juicio independiente, del que carecemos…

Cuando se consolidaba Gascue volvíamos a ser invadidos militarmente y el plan expansionista norteamericano que había tenido éxito en la vecindad inmediata (1898), con la pérdida española de Puerto Rico en el Caribe (mientras perdía Guam, Hawai y Filipinas en el Pacífico) y la intervención administrativa de Cuba como protectorado, se puso en marcha en el territorio de República Dominicana mientras ya lo hacía desde 1914 en Haití, como un intento más que venía fallando desde mucho antes, cuando Napoleón III y la Bahía de Samaná (1807), y luego por la misma bahía y los mismos norteamericanos -si no es por Mr. Charles Sumner- (1870). EE.UU. estaba creciendo y con las habituales excusas de siempre, entró en su segunda gran guerra, la hispanoamericana (la primera 1846-48 fue fronteriza con México y ya ustedes saben que México perdió el 51% de su territorio y por simple casualidad, los estados petroleros). Todo generado tras las ínfulas patrióticas y expansionistas nacidas de la guerra civil o secesionista que dio paso al bandolerismo que luego fue llevado exitosamente al cine con una pléyade de pistoleros. Así llegaron hasta el istmo de Panamá y entraron a la guerra hispanoamericana contra España con la excusa de que le habían dinamitado el barco mercante Morro Castle, fondeado en la Bahía de La Habana (luego se demostró que fueron ellos mismos los que lo hicieron y ha tenido que excusarse nada mas que el Congreso de los EE.UU. ante España… aunque ya un poco tarde). Esa guerra duró nada más que un año, suficiente para que España sufriera su mayor derrota militar en la historia debiendo ceder, por el tratado de París de 1910, los territorios antes citados. Pero RD quedó en el medio de la voracidad norteamericana. Con los años se ha demostrado que solo Vietnam ha luchado más por ser independiente, aunque sea ingenuamente, que los dominicanos. Ya con entrenamiento ante los ingleses y los propios españoles, y posteriormente contra los haitianos, tras conseguir la separación que los historiadores denominan independencia por racismo, cosa que sí se logró contra España en la Restauración, el pueblo dominicano había adquirido fama de difícil. Y en esa dificultad no se quiso meter parte del senado norteamericano que no aprobó la anexión de Samaná (1870) y posteriormente, desaprobó el plan de ocupación y sacó las tropas en 1924, tras 8 años de intervención militar y aduanal, además de otras administraciones como fue con la educación, la salud, el transporte y la vivienda.

Aunque el término vivienda es sociológico, por extensión se le aplica a las construcciones de carácter habitacional. Y las casas propuestas por los interventores para tropicalizar el ambiente construido y sanearlo, intentaron una penetración cultural que fue resistida por la herencia cultural hispanoamericana que replicó al esquema “bungaló” (provincia de Bengala o Bangladesh, India, extrapolada por los ingleses y trasladadas experimentalmente por F. Ll. Wright a las llanuras de Wisconsin, EE. UU.) con las casas neohispánicas de Gascue. Fue una sutil embestida de las casas de las praderas que intentó imponer el ejercito de ocupación con el modelo Wright -niano- vía el contratista Antonín Nechodoma (1897-1928) que había trabajado con el genio norteamericano, y otro de nombre John Smith (según planos firmados en la Escuela Brasil, en San Carlos) pues además hicieron escuelas y hospitales.

Estas modalidades fueron vistas como una expresión estética arquitectónica subliminalmente impositiva, producto de la política normativa del gobierno de ocupación. Estados Unidos expandía su experiencia habitacional panameña al resto del Caribe ocupado por ellos.

El chalet de Gascue es la contraposición al bungaló de influencia y/o inspiración gringa.

Pero con el tiempo siguieron los poderes haciéndole daño a Gascue y en medio de la dictadura, cerca de 1943-45, edificaron allí no solo la PN sino también la maternidad, fuera de lugar, en vez de colocarla en Villa Juana, por ejemplo; y un liceo donde ahora está el Museo Nacional de Historia y Geografía. Luego a mediados de la década del setenta (´70) vino la última y más fatal de las embestidas con la edificación de la “Plaza” (que debió ser “Centro”) de la Cultura, y los edificios “escoltas” (Superintendencia de Bancos, Banco Central, Huacal y otro destinado a las recaudaciones e impuestos). Así se perdió el embrión de Gascue y se irradió todo un problema colateral de derivación inmediata con las Ferias del Libro, las demandas de estacionamientos, los negocios relacionados, y la rentabilidad del suelo comercialmente.

En consecuencia, tengan listas sus cámaras fotográficas, porque lo que veremos es lo que queda de Gascue, un barrio en extinción, afectado por la desidia del propio estado.


Escrito por Emilio José Brea García, Arqto. Tour Conductor
Secretario General de la Fundación Erwin Walter Palm

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